Cuando tú y yo nos amamos,
nos alumbra la luz del universo
y las sombras ya no son sombras.
No nos importan las estaciones,
los ríos, ni la nieve.
Tenemos en nuestros corazones
la fuente, y el pan,
el secreto de la vida
y el comienzo de la eternidad.
La primavera nunca huye
y la luna como venado del bosque,
bebe miel de nuestras manos.
Tú serás siempre igual,
tus ojos seguirán siendo dulces,
nunca habrá en el cielo brumas,
ni huracanes azotarán nuestra felicidad.
Y yo te amaré siempre,
hasta que Dios así lo quiera
y la muerte nos separe.
domingo, 21 de junio de 2009
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